Hablar de los orígenes de la Kabbalah Práctica (Maasit), es quizá un poco menos claro que los propios orígenes de la misma Kabbalah. Esto es así si se lo analiza por la vía de la lógica.
Por eso, para entender dónde, cuándo, y cómo surge, tanto la Kabbalah, como la Práctica más elevada dentro de ésta, es necesario colocarse en un marco superior a la lógica convencional.
Si algo deseo transmitir por medio de esta página es que la persona vea claramente en el trasfondo de las cosas, y no que vea en el filtro que la sociedad a través de los siglos ha ido transformando la manera de ver la Sabiduría Divina.
Como siempre digo, la Kabbalah no es de este mundo físico, sino que se trata de una información que proviene de Mundos Superiores, que recibimos por variados canales si somos meritorios de tener el recipiente indicado. Y con esa información provocamos acontecimientos en el curso de la naturaleza. El llevar a cabo tales acontecimientos, de una manera intencionada, no para el egoísmo, sino para la elevación de la creación, es propiamente lo que los sabios antiguos llamaron Kabbalah Maasit.
Si te das cuenta, yo nunca llamo a la Kabbalah Maasit "magia". Primero, porque no lo es. Y segundo, porque quien la llama "magia" fue debido a que lo leyó por ahí o lo escuchó de otros, sin siquiera haberse puesto a investigar lo que realmente es, indagando en las fuentes originales.
Estas fuentes originales, más allá de la religión y la filosofía, provienen de una tradición milenaria, de acontecimientos por los cuales el ser humano recibe (kabel) una información que no es de esta tierra.
Si nos referimos a la Kabbalah Maasit, ciertamente debemos explayarnos a la Kabbalah en su nivel más profundo, apartado, secreto, íntimo, puro y santo con que se le dio al ser humano la oportunidad de conocer, saber y entender cómo opera el mundo físico en base al mundo espiritual.
En el Jardín terrenal del Edén, Adám y Javá (Eva) reciben grandes conocimientos de la Kabbalah más secreta. Esto es conocido en las palabras del Génesis: "Y se hicieron cinturones [para cubrirse]" (Génesis 3:7). Cuando ellos conocieron que estaban desnudos de la Luz Superior, se adhirieron a otra luz y se cubrieron con ella. Esa luz quiere decir: información. Sin embargo, como nos dice el Zohar, ellos nunca llegaron a utilizar esa información. No obstante, después de ellos, esa información fue rescatada por sus descendientes. Es así como llega hasta la época de Janóc (el antediluviano, conocido luego como Metatrón), donde hasta los niños pequeños tenían enormes conocimientos mediante los cuales manipulaban la naturaleza.
La naturaleza sigue unas leyes muy perfectas, establecidas desde el Pensamiento Divino, y es controlada por medio de inteligencias (agentes del Creador) para asegurarse que todo siga el rol para el cual fue hecho. Estos agentes son comúnmente llamados ángeles. Ellos provocan los diferentes fenómenos que percibimos en la naturaleza. Por lo tanto, una de las ramas de la Kabbalah Maasit es que tengamos contacto con los ángeles cuya función es preservar el orden de la naturaleza. Orden que como se infirió es de origen Divino.
El primero en alcanzar ese contacto con las fuerzas superiores que velan por el desarrollo y equilibrio del Mundo creado, es Adám. Él logra tener contacto con el ángel Raziel (quien preside sobre la Sexta Esfera), el cual le transmite una serie de conocimientos que él perdió en el momento que dejó de tener un cuerpo de Luz. Tales conocimientos están ocultos en lo que han llamado: El Libro del Ángel Raziel. Que hoy sabemos es más que un libro, porque se trata de una consciencia. Feliz aquel que logre entrar en contacto con esa consciencia.
Ese conocimiento que recibe Adám llega hasta Noé, quien es su décima generación. Noé lo hereda a su hijo Shem (Sem en español). Shem, con el tiempo, se vuelve maestro de quien viene a ser el patriarca Abraham, y le enseña grandes Secretos del Cielo. Tiempo después, el mismo Shem se vuelve maestro del patriarca Yacób.
En todo esto, has de saber que el nombre Shem es un código. Y de igual manera, los nombres Abraham, Itzjak y Yacób son códigos. Ellos representan estados de consciencia.
Una persona, si pone un deseo en sus actos por adherirse a la Luz del Creador, según como manifieste ese deseo (en bondad, misericordia, etc.), se vuelve capaz de albergar en sí la consciencia de Abraham, Itzjak o Yacób. Ese es el código en ellos.
Respecto a Shem, esta palabra suma el valor numérico 340. Ese es el mismo valor que se obtiene cuando sumamos dos Nombres Divinos, los cuales son: Shaday (שדי) y YHVH (יהוה). O sea, sumar 314 más 26. Esto significa que, si una persona sabe unir estos Nombres, y además manifiesta un deseo por adherirse a esa unión de los Nombres con una consciencia de que el Creador gobierne este mundo, entonces para tal persona el mismo Creador se vuelve su maestro. Por eso es que muy personalmente yo llamo a D'ios: El Maestro de Todos los Nombres. Porque además, la palabra Shem significa: Nombre.
No hay ni una sola cosa nombrada en este mundo de la forma, que no provenga del Pensamiento Divino.
Por medio de Yacób, él hereda grandes sabidurías a sus hijos, quienes son las Tribus de Israel. Y a través de ellos, y especialmente de Moisés, ese conocimiento se fue entregando a ciertos individuos; principalmente a los Sabios que formaban el Sanedrín en su comienzo, y a Reyes de Israel como David y Salomón.
La Kabbalah Maasit no surge en la edad media como muchos creen. Fue más bien que en la edad media se recupera un poco acerca de esos conocimientos que estuvieron ocultos por muchos siglos. Y así, durante la edad media se empieza a difundir; no obstante, por el enorme desconocimiento de lo que algunos llegaron a tener acceso, ciertas prácticas se fueron mezclando con religiones paganas. Quienes mezclaban no representaban de ninguna manera al Judaísmo. Pues, el Judaísmo ha sido el guardador de esta sabiduría durante más de tres milenios, y ellos de ninguna manera iban a mezclar lo puro con lo impuro.
Fue en parte por el deseo de muchos (no judíos) por obtener ciertos "poderes especiales", que los conocimientos de la Kabbalah Maasit se fueron desvirtuando hacia temas de hechicería y magia. En ese punto se perdió la esencia y sustancia de la Kabbalah Maasit, y a lo que resultó de ello se le empezó a llamar "magia" o "ritual mágico". Incluso hoy en día persiste en parte ese mismo desconocimiento, especialmente por quienes comienzan a estudiar lo esotérico, pues en cuanto tocan el tema de la Kabbalah Práctica lo hacen desde fuentes medievales alteradas. De ahí el gravísimo error de individuos que consideran la Kabbalah Maasit como magia o demonología. Este error surge principalmente por una incorrecta interpretación de las Clavículas de Salomón. Las verdaderas Claves de la Kabbalah Práctica están en textos hebreos, conservadas como herencia por los sabios del pueblo judío, los cuales dichos textos no se han alterado. Para comprobar esto sólo hay que mirar en los manuscritos originales hebreos de las Claves de Salomón (Mafteaj Shlomo); esto hoy en día es sencillo gracias a bibliotecas virtuales, como la Biblioteca de Israel..
El verdadero Kabalista Práctico es aquel que conoce más de Torá que de demonios. Porque de la Torá viene la Kedushá, o sea la Santidad. Y del lado de los demonios sólo se puede apegar la impureza.
Por eso hay que saber que la Kabbalah Maasit es algo muy puro y, quien pretenda ponerla en práctica debe tener la suficiente pureza para tratar con seres que, si lo consideran necesario, pueden presentar una queja ante el Maestro de Todos los Nombres, de que fulanito de tal está tratando de entrar en un ámbito donde no cualquiera puede entrar.
Si quieres saber cómo ser apto para llevar a cabo la Kabbalah Maasit, entonces comienza por estudiar la vida de dos grandes maestros: El Rey David, y Rabí Akiva. Si adquieres la misma visión que ellos tenían, entonces puedes ser apto para entrar por los portales de la Kabbalah Maasit.